Una tortuga a un águila rogaba le enseñase a bolar; así le
hablaba: <<con solo que me des cuatro lecciones ligeras volaré por las
regiones: ya remontado el vuelo por medio de los aires hasta el cielo. Veré
cerca el sol y las estrellas y otras cien cosas bellas. Ya, rápida, ajando, de
ciudad en ciudad iré pasando: y de este fácil delicioso modo lograré en pocos
días verlo todo>>.
El águila se rio del desatino. Le aconseja que siga su destino cazando
torpemente con paciencia, pues lo disputo así la providencia.
Ella insiste en su antojo, ciegamente. La reina de las aves
prontamente la arrebata, la lleva por las nubes. <<Mira, -le dice- mira
como subes>>.
Y al preguntarle, dijo: << ¿Vas contenta? >> Y la
deja caer y la revienta.
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